viernes, 27 de junio de 2008

ALADINO

Riiing, riiing
- Iluminaciones Aladino ¿Diga?
- Oye, Aladino ¿a que hora vas a salir? Recuerda que hoy hemos quedado con las chavalas para llevarlas a cenar.
- Creo que no voy a poder, el cabrón de mi tío me está haciendo limpiar toda la tienda, lámpara a lámpara. Además es fin de mes y estoy a dos velas.
- ¿A dos velas? Si trabajas en una tienda de lámparas estarás a dos bombillas, digo yo.
- Ja, ja, muy gracioso eres tú, ya te quería ver yo a ti limpiar a mano lámpara a lámpara, sin Cilit Bang, ni Disiclin, ni el mayordomo de Don Limpio, ni nada.
- Pues, hala que te sea leve, pringao.
- Brr, estos de juerga y yo aquí frotando lámparas. Mmmm, vamos a ver ¿que pone en esta lámpara? Llame al 902000000 y se iluminará su vida. Pfff vaya mierda de anuncio, seguro que llamas y entras en el sorteo de un coche o te quieren vender algo. Pero bueno, voy a jorobar un poco a mi tío y gastarle un poco de teléfono para que aprenda a no tenerme trabajando hasta tan tarde.
- Buenas tardes ¿dooon?
- Aladino.
- Buenas don Aladino, ha sido usted agraciado con un relaciones públicas de primer nivel, pídale lo que quiera que él se lo podrá conseguir.
- ¿Un relaciones públicas?
- Si, se llama Eugenio y ... créame es fenómeno. ¿Sabe lo que se dice de los magos de las finanzas?. Pues eso no es nada comparado con lo que puede hacer nuestro relaciones públicas. De hecho una vez que lo conocen le llaman genio y no Eugenio. Además estará a su disposión para lo que quiera las 24 horas.
- Ahá, ¿y cuando vendrá?
- Ya lo tiene usted llamando a su puerta.Ding, dong.
- Caray, son más rápidos que una boda en Las Vegas.
- Hola, buenas, soy Eugenio y me envían de "La empresa" creo que tengo que cargarme, perdón, encargarme de usted y de sus deseos.
- Pues sí. Pero, la verdad, no sé que hacer contigo.
- ¿Quiere ir a la fiesta más lujosa? ¿Comer en el mejor restaurante? ¿Codearse con políticos, futbolistas, toreros y demás gente acostumbrada a tratar con cuernos? No lo dude, yo lo puedo conseguir.
- Vale, pues para empezar vamos de cena al restaurante Pitiminí, siempre quise ir allí y probar ese tipo de cocina tan preciosista sin pagar un euro.
- Hecho. Monte en mi alfombra.
- ¿Tú queeee?
- Mi limousine, larga y cómoda como una alfombra, por eso la llamo así.
- Mira, mira, ¿ese no es Aladino? Será cabrón, en el Pitiminí, y luego decía que no tenía dinero para salir a cenar con nosotros. Aladinoooo. Ni caso. Aladinoooo.
- Ah, hola, hola, pasad, os presento a Genio, un tío cojonudo. Tomad lo que querais, invita Genio.
- Ffffuuuiiii, vaya nivelazo, mira, si ese es Rocky Feller, y ese B-Can. Ostrás hasta está la princesa Jazmín, creo que el padre es un majara, pero ella está bueniiisimia.
- Venga, vamos a conocerla, seguro que Genio puede presentárnosla, ¿verdad?
- Por supuesto. ¡Princesa Jazmín, princesa Jazmín!
- Ah, hola Genio. ¿Quienes son esos chicos tan guapos?
- Este es Aladino y estos sus amigos.
- Permítame decirle que desprende usted al perfume de mil rosas recién cortadas.
- Uy, lo dudo llamándome Jazmín. Pero me gusta que me halaguen, sigue, sigue.
- Me gustaría que el rocío de la noche tocara nuestros rostros ¿damos un paseo por este marco marítimo incomparable?
- Vale, aunque que sepas que aquí no hay mar, esto es un lago.

Después de un largo paseo de 200 metros, acabaron donde tenían que acabar..... en un bar tomando una copa para charlar y conocerse mejor. A esta improvisada cita le sucedieron muchas otras y entre cita y cita (y tiro porque me toca) surgió un amor tan sólo comparable al que siente un neumático por la máquina de aire a presión. Todo parecía ir bien en la feliz pareja pero un día....

- Eh, Genio, ¿adonde vas con las maletas?
- Lo siento, mi empresa ha recibido otra llamada y me tengo que ir.
- Que lástima ahora que me estaba acostumbrando a vivir contigo, te voy a echar de menos.
- Como que ya no tendrás a quien te friegue los platos, pero no me vas a dejar de ver tan pronto porque el que llamó fue tu tío. Además el primer encargo que tengo es presentarle a Jazmín.
- ¿Mi tío? Maldita rata envidiosa, seguro que encontró la lámpara. Siempre me anda revolviendo en mis cosas y cogiendo todo a lo que tengo aprecio, de niño me robaba hasta las canicas. Oye, Genio, amigo, ¿tú no le presentarás a Jazmín?
- No puedo, las órdenes son las órdenes. ¿Que pasa tienes miedo de que te la quite?
- Que va, si ese utiliza Viagra. Pero me preocupa que le diga que en realidad el negocio de iluminación del que soy socio con él no da mucho dinero.
- Lo siento. Adiós.

Y así sucedió. El tío ansioso de quitarse encima a Aladino le dijo la verdad adornada con mentiras a Jazmín. Tras lo cual ella decidió que era mejor dejarse secuestrar por la cartera del tío de Aladino que por el chico simpático sin posición social que no podía llevarla a las fiestas que ella quería ir.

Aladino, desesperado, vagabundeaba cerca de los restaurantes adonde solían ir. Estaba tan triste y daba tanta pena que uno de sus amigos decidió ponerse el capuchón que solía utilizar en la procesión de Semana Santa y forzar la cerradura del piso del tío de Aladino. Una vez allí buscó la famosa lámpara, se la robó y se la entregó posteriormente a Aladino.
- Toma, Aladino, y la próxima vez apunta el número de teléfono en el móvil.
- Vale, vale, muchas gracias, voy a llamar ahora mismo.
- ¡Genio!, que gusto verte ¿que tal te fue con mi tío?.
- Pufff, menos mal que llamaste, el muy guarro me hacía lavar sus calzoncillos resesos.
- Ahora me ayudarás a recuperar a Jazmín ¿verdad?
- Ya me he anticipado, le he contado que tu tío utilizaba Viagra caducada, y que la última vez que se lavó Mozart tenía pañales. Así que la tienes en la puerta esperándote.
- ¡Jazmín!
- Aladino, perdóname por ser tan orgullosa, no me importa que tengas una tienda pequeña. Además mi padre el majara falleció de una descomposición y ahora he heredado todo que, a pesar de lo que me lleva Hacienda, es un dineral. Además he chantajeado a tu tío y ha puesto todo el negocio a tu nombre.
- Ahora ya no nos separaremos nunca. Seremos como Pin y Pon.

Y así fue, fueron felices y comieron lo que les dio la gana porque tenían mucho dinero.

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