martes, 28 de febrero de 2006

CESKY KRUMLOV






Como lo prometido es deuda y yo suelo pagarlas (a menos que haga las promesas en un estado de embriagadez tal que no me permita recordarlas al día siguiente) pongo aquí las fotos de Ceský Krumlov un pequeño y encantador pueblo de la República Checa declarado patrimonio cultural por la UNESCO. Si tenéis ocasión de visitar la República Checa con suficientes días no podeís dejar de visitar este precioso pueblo cercano a la frontera austríaca, además en un día lo véis bien. Podéis coger un autobús desde Praga, no es caro y creo recordar que tarda unas 3 horas. Por cierto como el conductor de autobús no tiene puñetera idea de inglés si vuestro checo no es muy bueno os recomiendo utilizar el dedo índice y señalar a donde váis en un mapa o en algún lugar donde conste escrito el nombre de Ceský Krumlov. Para volver podéis coger también un autobús o el tren. http://vlak-bus.cz/JRCis.asp?tt=c&cl=E5
El inconveniente de coger el bus es que según la temporada que vayáis el último bus es temprano (a las 5 de la tarde cuando fuí yo), el tren sale más tarde pero también tiene un "pequeño inconveniente" está a unos 2-3 km cuesta arriba de donde te deja el bus. Digo lo de "el pequeño inconveniente" porque allí nadie nos supo explicar bien dónde estaba la estación de tren y cuando la encontramos era demasiado tarde y tuvimos que pasar la noche allí y coger un bus a la mañana siguiente; lo cual al final agradecimos porque conocimos esta maravilla de pueblo nocturnamente y con alevosía. Sinceramente daban ganas de quedarse a vivir allí.

viernes, 3 de febrero de 2006

CAMBIOS

Escuché el otro día a algún personajillo de la televisión que no quería cambios en su vida, se ufanaba de no haber cambiado. Mal, mal, muy mal. Suspenso. Yo no soy el individuo más arriesgado del mundo, los que me conocen lo saben; no me veréis con un cuchillo en los dientes peleando con un cocodrilo, está claro que no soy de los que dejan todo y se enrolan en una ONG para irse al otro confín del mundo a ayudar (acción muy loable, por cierto) pero también está claro que cambio (cambiamos) sin querer.
Desde que nacemos nuestra vida es un constante cambio, día a día, hora a hora, minuto a minuto .... Y no hablo sólo del cambio físico, que es palpable, me refiero más bien al cambio interior que experimentamos con cada anhelo, con cada decepción, con cada sueño roto, con cada sentimiento, con ... en fin con ese compendio de pequeñas batallas del día a día. Todos los días componemos elegías por la muerte del yo del día anterior, pues ya en sueños cambiamos.
Mayormente es una trasformación lenta de nuestra personalidad de la que apenas nos percibimos aunque en ocasiones esta transformación se acelera como respuesta a un inesperado acontecimiento y entonces notamos el cambio con brusquedad. En general sólo cuando dejamos que pase un tiempo y miramos hacia atrás nos damos cuenta de la verdadera metamorfosis, sobre todo si comparamos nuestra reacción ante una determinada situación en el pasado y como actuaríamos hoy. Entonces es cuando surgen los típicos pensamientos "pero cómo pude ser tan pardillo" "antes no era tan insensible" "¿y yo pensaba así?" "no entiendo como alguna vez pude pensar eso".
¿Cuantas veces hemos deseado ir atrás en el tiempo para enmendar algo que hicimos (o que no hicimos) para amoldarlas a nuestra forma de pensar actual? Pero ¿quién nos dice que dentro de unos días, meses, años, ... no querríamos volver al día de hoy para intentar cambiarlo? La verdad, yo creo que es una solemne tontería, un residuo de sueño infantil donde nos creíamos todopoderosos con la capacidad de moldear el mundo a nuestro antojo. Lo hecho hecho está. Podemos arrepentirnos y aprender (aunque la mayoría de las veces es tan sólo un mero propósito) pero hay que aceptar que una gran parte de nuestra personalidad de hoy se debe a nuestros actos y maneras de pensar del pasado. Para que un hombre sea hombre ha de pasar ineludiblemente por la niñez.
Así que no me vengan con memeces de no, yo no he cambiado, ¡y una mierda!. Durante toda tu vida cambias incluso cuando te mueres cambias. Tú no, por supuesto ya no estás; pero sí tu cuerpo. Primero se te encoge la piel por la pérdida del líquido corporal y luego te vas descomponiendo poco a poco hasta convertirte en cenizas, a menos que te incineren, claro, y así te ahorras esos malolientes pasos.