ALI BABA Y LOS CUARENTA LADRONES
En su paseo ciclista matutino del domingo por el monte, Ali Baba vio a 40 hombres trajeados que se dirigían hacia una gran roca. Humm, o están rodando la cuarta película de Matrix o esto es muy sospechoso, pensó.
- Ábrete perejil, dijo uno.
- Sésamo idiota, sésamo, tú solo piensas en el color verde de los billetes.
¡Ábrete sésamo!, dijo. Y la gran roca voluptuosa esculpida por Botero se desplazó.
- Ya os dije yo que esconder todo ese dinero que le quitamos los bancos a los clientes sin que se enteren en un mismo sitio es una gran idea.
- La verdad es que con tanta comisión bancaria ilegal y esos céntimos de más que les quitamos sin que se enteren nos forramos. Este dinero es más negro que el futuro de un pollo entre una manada de leones.
- Ja ja ja, volvamos para seguir diciéndoles a los gobiernos de los distintos países que no tenemos liquidez y que vamos a tener que cerrar, que burros son ¿que se creen que hemos hecho con esos copiosos beneficios que ganábamos año tras año?. Oyen la palabra crisis y ya les entra en canguelo. Venga, chicos, vamos a aprovecharnos un poco más.
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Montaron en sus Porsches y se marcharon. Tan pronto se fueron, Ali Babá dijo las palabras mágicas y entró en la cueva. Lo que allí vio le produjo tanta impresión que a partir de ese momento le llamarían Ali Babas, ya que no pudo dejar de segregar ese líquido viscoso cuando alguien pronunciaba la palabra "dinero". Le sucedió algo así como al perro de Paulov pero con el dinero. Lo primero que pensó fue en cancelar sus cuentas bancarias, luego en esconder el dinero como lo hacía su abuelo debajo del colchón, y posteriormente en montar un banco propio. La última idea la desechó porque no le gustaba como iban vestidos los banqueros. Tengo que coger todo el dinero que pueda ahora, sin que llegue a ser mucho para que no se enteren, y luego volver más tarde. Y así lo hizo.
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El día siguiente volvieron los banqueros con un tráiler lleno de dinero para ingresarlo en su cueva fiscal. Pero al entrar el primero, resbaló. Lo mismo sucedió con el segundo, el tercero y el cuarto.
- ¿Que pasa chicos, estáis atontados o qué?
- No, hemos resbalado con esta sustancia viscosa que hay en suelo.
- Mmm, ¿que será?. Parece baba.
- Ay, ay, ay, ¡nos han robado! Así a simple vista faltan 6527,29 €
- Con 31 céntimos diría yo.
- Si, eso, perdona, son los nervios.
- Sigamos ese rastro de baba, a ver donde nos lleva.
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El rastro les llevó primero a un bar, luego a una casa de citas, después a una disco, y finalmente a la casa de Alí Babas. Pero allí no había nadie. Ali Babás se había quedado a dormir en casa de uno de los tantos amigos que hizo ese día.
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Cuando se despertó con resaca Ali Babas se dirigió hacia su casa pero vio unos hombres con trajes negros silbando para disimular y aunque no tenía la cabeza muy lúcida sospechó lo que pasaba. Tragó saliva (casi se ahoga, con tanta baba) y se dirigió al alquiler de vehículos más cercano para alquilar un camión. Se montó y se dirigió hacia la cueva, donde cargó todo el dinero en el camión. Esta vez no me pillarán, pensó. Se fue a un hotel, se pegó una ducha para quitar la baba con sus restos, y se puso una toalla debajo de la barbilla por si acaso.
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Los banqueros esta vez sólo consiguieron llegar hasta el hotel, y allí desapareció el rastro de Ali Babas.
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Moraleja: ya lo decían nuestras abuelas, hijito, una buena higiene es importante.
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CAPERUCITA LA ROJA
- Buenos días. ¿Adonde vas Caperucita?
- Buenos días camarada Ardilla. Voy a junto la abuela a llevarle una cesta llena de panfletos y proclamas del partido.
- Pero, ¿aún existe?
- ¿La abuela? Si, es de la época de La Pasionaria pero aún sigue dando guerra.
- No, me refería al partido comunista.
- Pues claro, algún día toda esta gente que tiene comido el cerebro por el gusano capitalista se dará cuenta y viviremos todos en armonía sin que nadie sea más que nadie. Alzaremos los puños victoriosos.
- Uff, pues cuidado al levantar el brazo porque te canta un poco el sobaquillo; además con tanto puño cerrado parecéis unos tacaños. Ah, y ten cuidado que creo que anda El Lobo por ahí, ya sabes, ese agente secreto de la CIA que conoce todo el mundo.
- Gracias camarada por tus advertencias.
- Adiós.
- No, a Dios, no, a Lenin.
- Hola Caperucita ¿a donde vas?
- Buenas Sr Lobo. Iba a dar una vuelta hasta casa de la abuelita a llevarle esta cesta llena de pan..pasteles.
- Ah, pasteles, mmmm, mataría por un pastel ¿podría probar uno?
- No, que sino mi abuela se enfada. Bueno, tengo un poco de prisa. Hasta luego Sr. Lobo y espero que encuentre a la CIA.
- ¿Como?
- Que hasta luego y que espero encuentre a más compañía.
- Bueno, pues hasta pronto. Por cierto, si quieres llegar antes a la casa de la vieja hay un atajo.
Mientras Caperucita La Roja e ingenua cogía el atajo El Lobo (que gran turrón) llegó antes a la casa de la abuelita y la detuvo por exaltación al terrorismo. Para engañar a Caperucita (que la llamaban así porque iba con un extraño casco de moto con forma de bacinilla a todas partes) se disfrazó como una drag-queen para intentar parecerse a la abuelita que vieja si, pero moderna.
- Hola abuelita te traigoooo.... que rara te veo hoy. Que orejas tan grandes tienes.
- Eso es por culpa de unos alimentos transgénicos que tomé, no se sabe lo que come uno hoy en día.
- Que ojos más grandes tienes.
- Es por el colirio que me los agranda.
- Y ... que dientes tan grandes tienes .... y torcidos. Tenías que haberte puesto un aparato cuando eras pequeña.
- Son para hincar el diente a todos los enemigos del capitalismo. ¡Quedas detenida por consumista!
- ¿Por consumista? Entonces tendrías que detener a todo el mundo.
- Sabes muy bien lo que quiero decir, rojilla, que eres más roja que el vestido de Papa Noel (que también es sospechoso). Detenida por comunista.
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En el instante en que El Lobo iba a colocarle las esposas (o parte femenina del matrimonio) aparece el leñador, que era la cabeza visible (por que la tenía muy grande) del sindicato de leñadores.
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- Oiga usted, Sr. Lobo, no cree que está fuera de su jurisdicción.
- Bueno, pueeees....
- Y además, no sabe usted que ya se acabó la guerra fría. Ahora queda Afganistán, Irak y media África. Dedíquese a perseguir a esos hijoputas de terroristas y deje en paz a la niña para que se convierta tranquilamente en una adolescente insoportable con las hormonas alteradas.
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Y así fue como el Lobo tuvo que dejar en paz a Caperucita La Roja e irse con el rabo entre las piernas (o sea, en su sitio, porque no iba a llevarlo en la cabeza ¿no?)
Etiquetas: CUENTOS
SIMBAD
- Uff, mira otra vez Simbad El Marino en las revistas, está sin badva pero vaya tipito que tiene ¿eh? y mira todos esos bellezones que le rodean. Desde luego no se corta nada, vive a todo tren, debe ser rico hasta la suciedad.
- ¿Suciedad? Será saciedad.
- No, no, suciedad. Al estar todo el día rodeado de billetes se mancha con ellos. No sería malo enganchar a uno de estes.
- Perdón, ¿comentabais algo de Simbad?
- Si, decíamos que ojalá encontraramos a uno como él.
- ¿Como ese? Ese es un simbadrguenza. Os lo digo yo que acabé así por culpa de él.
- ¿Vendiendo cupones de la ONCE? ¿Señor..?
- Matías, pero todo el mundo me llama Cíclope. De pequeño por una caída en la bicicleta me quedé sin un ojo y desde esa todos los niños me decían "ciclo no ve, ciclo no ve" y con el paso del tiempo me quedó cíclope.
- Vale, ¿y eso que tiene que ver con Simbad El Marino?
- A ver (o no, en mi caso) tú no te fijas que no veo de los dos ojos. Bueno, pues el otro me lo fastidió Simbad. Un día llegó de juerga con unos amigos a la isla donde yo vivía, a la novia le dijo que iba a navegar pero la verdad es que se fué de despedida de soltero. Yo trabajaba de portero en una discoteca (antes de engordar, eh) y no quise dejar pasar al grupo porque venían con cañas de pescar. Entonces Simbad, que ya había pescado una buena merluza, se me puso todo chulo y me dijo que era para gastarle una broma al de la despedida y pescar unas cuantas chicas. Total que nos enzarzamos en una acalorada discusión y sin querer me clavó la punta de la caña en el ojo bueno. Primero me pidió perdón y me rogó que no lo denunciara, que conocía a un jefazo de la ONCE que me iba a enchufar e iba a ganar el doble de lo que ganaba como portero.
- ¿Y aceptó por tan poco?
- Si, ya estaba harto de trabajar como portero y no me venía mal un cambio de aires. Pero eso fue el día ese, después empezó a fanfarronear por ahí diciendo que había vencido a un gigantón al que llamaban cíclope.
- ¿Y como se enriqueció? ¿Es verdad que hizo su fortuna navegando?
- Pss, es una verdad a medias, en un crucero conoció a un perro que se llama Pancho que ganó mucho dinero jugando a la Primitiva, se emborracharon y en el fragor de la batalla etílica Pancho lo hizo socio de su naviera. Ahora ya se ven en todos los puertos un barco "Simbad"; empezó construyendo barcos pequeños y ahora ya estila yates de más de 20 pies.
- Pues yo tenía entendido que se enroló en un barco y una tempestad lo arrojó a una isla donde tuvo que trabajar de esclavo para un traficante de marfil de elefantes y como recompensa de su trabajo le dio la libertad y una buena fortuna.
- Ya, ya, es que el chaval tiene mucha inventiva. El barco era el crucero, la tempestad fue la estomacal, a servir copas al chucho le llama trabajar como un esclavo, de traficante de elefantes nada, lo más parecido que vio a un elefante fue la trompa que llevaba, y ya te comenté que le hizo socio de su naviera y ganó una fortuna.
-Vaya, en vez de Simbad El Marino podían llamarle Simbad El Fantasioso. Dame dos cupones.
- Toma.
- Bueno, simpático o mejor dicho simbádtico, adiós.
- Adiós.
Maldita crisis, lo que hay que hacer hoy en día para vender un cupón.
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PETER PAN
- ¿Tú no eres Peter Rosca?
- Pan, Peter Pan. Pero no lo digas muy alto que estoy de incógnito. Tú eres Wendy ¿verdad?
- Vaya, aún te acuerdas de mi.
- Pues claro, siempre me pregunté como una chica tan guapa estaba siempre rodeada de sus hermanos pequeños y nunca de chicos. ¿Como te va?
- Ya ves, trabajando aquí de camarera en el "Nunca Jamás". ¿Y tú? ¿eres detective?. Acabas de decir que estabas de incógnito.
- No, soy policía secreto. Estoy vigilando al de bigotes que está sentado al lado de la ventana, se llama Garfio y es un pirata de cuidado.
- ¿Al que le falta una mano?
- A ese. Empezó vendiendo relojes falsos, luego se pasó a los CD y posteriormente a la falsificación de prendas de vestir; vendía la famosa ropa de cocodrilos pero con aparato en los dientes. Ahora es el jefe de una organización que se dedica a pasar caramelos ilegalmente.
- ¿Caramelos?
- Si, mujer, de esos que por dentro tienen pica pica. Sólo que en este caso están rellenos de cocaina pura.
- Caray, seguro que perdió la mano por culpa de un mal negocio con un narcotraficante.
- No, eso fue por culpa de un cocodrilo. Se le enganchó la manga en la máquina que tenía para falsificar los polos y le comió la mano y el Lorex que tenía puesto. Mira, ahora se sienta alguien con él. Voy a llamar a la agente Campanilla para que se prepare.
* Camarera, camarera
- Uy, me llama el garfio ese, voy a ver lo que quiere.
* Hola, guapa, me traes un ron con coca.. cola y una cerveza para mi amigo Smee. Que vea moverse ese culito rapidito, eh.
- Ahora mismo se lo traigo.
* Bien, bollito, eso es rapidez. ¿Quieres un caramelo u otra cosa? A ti te raptaba yo y te llevaba para un barquito que tengo, lo íbamos a pasar muy bien. Eh, cariño ¿que me dices?
- Oiga, deje de sobarme. No sé que garitos frecuenta usted, pero yo no soy una de esas. Pirata, más que pirata.
* ¿Eh?
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Uy, agente Campanilla, agente Campanilla, dile a los Niños Perdidos que entren ya.
- ¡¡¡ Alto, esto es una redada!!! Sr. Garfio, queda usted detenido, ponga las manos sobre la espalda que lo vamos a esposar, tiene usted derecho a...
* ¿A esposar?, anda ya, pringao, ¿no ves que solo tengo una mano?. Además, ¿de que se me acusa?
- De tráfico con caramelos.
* Si bueno, llevo unos Strepsils. Tome, ¿Me va a detener por esto?
- A mi me quería dar los que tiene en el bolsillo de la chaqueta.
- Gracias, Wendy, así que Strepsils, eh. Este relleno no es para la garganta, eh. Llévenselo, por favor.
- Ojalá te pudras, sobón, más que sobón.
- Je, je, así me gusta Wendy, con carácter. Toma, apunta mi número de teléfono, si quieres un día quedar para charlar sobre los viejos tiempos me llamas.
- Lo haré.
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LA BELLA DURMIENTE
- Pss, pss, Aurora, Auroraaaaa ¡despierta!
- Uoooo, perdona, Puri, pero es que soy narcolépsica.
- Narcoooqué ¿Te drogas?
- No, no, es que tengo una enfermedad del sueño que me provoca una somnolencia irresistible y quedo dormida en cualquier parte. Me empezó al cumplir los 16 y desde esa no ceso de dormirme en cualquier parte, llevo así ya 4 años y medio pero parece que ya llevo 100. Yo creo que fue por una maldición que me echó una gitana que le llaman la Rueca por no comprarle el romerito que vendía.
- Que chungo, ¿no? Aunque mirando el lado positivo podías dormirte en clase y el profesor no te decía nada.
- Ya, ya, a ti te parecerá divertido pero no sabes la cantidad de novios que me dejaron porque practicando el sexo me quedaba dormida encima (o debajo) de ellos. Pensaban que no me lo pasaba bien con ellos y claro, se marchaban todos enfadados. Menos mal que ahora tengo un novio que me comprende y me trata como una princesa.
- Jo, que suerte, así da gusto. ¿Tienes una foto de él?
- Si, aquí en el teléfono móvil. Mira.
- Mmm, ejem, ¿ese es tu novio?
- Si ¿porqué?
- Porqueeee, uf, a ver como te lo digo. Puees, con ese me acosté yo el sábado pasado.
- ¿Queeee?
- Si, yo ya llevaba viéndolo dos semanas en el pub al que voy habitualmente. Nos conocimos el sábado, tomamos una copa, otra copa ... y la última ya sabes donde. Perdona, pero yo no sabía que tenía novia, y menos que fueras tú.
- Será cabrón, como lo coja lo convierto en rana. Aprovecha que estoy durmiendo y no me entero para irse por ahí.
- Lo siento, la verdad es que si que debe fastidiar ser narconosequé.
- Uy, si hasta en San Juan me quedé dormida saltando la hoguera y claro, me caí dentro y desperté al momento, parecía un personaje de dibujos animados poniendo a remojar el culo en un caldero de agua. Uff, hasta olía a churrasco.
- Ya te imagino saltando más que la Isinbayeva esa. Tu seguro que te quedas dormida hasta nadando, la de farolas que te habrás tragado.
- Que me vas a decir, si un día me quedé dormida haciendo puenting. La verdad es que es horrible, te da la sensación de vivir con un pijama constantemente puesto.
- Tú tranquila, mujer, te voy a presentar a un chico que conozco que tiene una cafetera, y no me refiero al aparato para hacer café, sino una empresa que recolecta y produce café.
- ¿No se llamará Juan Valdés?
- No, este va vestido como un príncipe, siempre a la última moda y dicen que besa que resucita.
- Dame su número de teléfono ya.
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ALADINO
Riiing, riiing
- Iluminaciones Aladino ¿Diga?
- Oye, Aladino ¿a que hora vas a salir? Recuerda que hoy hemos quedado con las chavalas para llevarlas a cenar.
- Creo que no voy a poder, el cabrón de mi tío me está haciendo limpiar toda la tienda, lámpara a lámpara. Además es fin de mes y estoy a dos velas.
- ¿A dos velas? Si trabajas en una tienda de lámparas estarás a dos bombillas, digo yo.
- Ja, ja, muy gracioso eres tú, ya te quería ver yo a ti limpiar a mano lámpara a lámpara, sin Cilit Bang, ni Disiclin, ni el mayordomo de Don Limpio, ni nada.
- Pues, hala que te sea leve, pringao.
- Brr, estos de juerga y yo aquí frotando lámparas. Mmmm, vamos a ver ¿que pone en esta lámpara? Llame al 902000000 y se iluminará su vida. Pfff vaya mierda de anuncio, seguro que llamas y entras en el sorteo de un coche o te quieren vender algo. Pero bueno, voy a jorobar un poco a mi tío y gastarle un poco de teléfono para que aprenda a no tenerme trabajando hasta tan tarde.
- Buenas tardes ¿dooon?
- Aladino.
- Buenas don Aladino, ha sido usted agraciado con un relaciones públicas de primer nivel, pídale lo que quiera que él se lo podrá conseguir.
- ¿Un relaciones públicas?
- Si, se llama Eugenio y ... créame es fenómeno. ¿Sabe lo que se dice de los magos de las finanzas?. Pues eso no es nada comparado con lo que puede hacer nuestro relaciones públicas. De hecho una vez que lo conocen le llaman genio y no Eugenio. Además estará a su disposión para lo que quiera las 24 horas.
- Ahá, ¿y cuando vendrá?
- Ya lo tiene usted llamando a su puerta.Ding, dong.
- Caray, son más rápidos que una boda en Las Vegas.
- Hola, buenas, soy Eugenio y me envían de "La empresa" creo que tengo que cargarme, perdón, encargarme de usted y de sus deseos.
- Pues sí. Pero, la verdad, no sé que hacer contigo.
- ¿Quiere ir a la fiesta más lujosa? ¿Comer en el mejor restaurante? ¿Codearse con políticos, futbolistas, toreros y demás gente acostumbrada a tratar con cuernos? No lo dude, yo lo puedo conseguir.
- Vale, pues para empezar vamos de cena al restaurante Pitiminí, siempre quise ir allí y probar ese tipo de cocina tan preciosista sin pagar un euro.
- Hecho. Monte en mi alfombra.
- ¿Tú queeee?
- Mi limousine, larga y cómoda como una alfombra, por eso la llamo así.
- Mira, mira, ¿ese no es Aladino? Será cabrón, en el Pitiminí, y luego decía que no tenía dinero para salir a cenar con nosotros. Aladinoooo. Ni caso. Aladinoooo.
- Ah, hola, hola, pasad, os presento a Genio, un tío cojonudo. Tomad lo que querais, invita Genio.
- Ffffuuuiiii, vaya nivelazo, mira, si ese es Rocky Feller, y ese B-Can. Ostrás hasta está la princesa Jazmín, creo que el padre es un majara, pero ella está bueniiisimia.
- Venga, vamos a conocerla, seguro que Genio puede presentárnosla, ¿verdad?
- Por supuesto. ¡Princesa Jazmín, princesa Jazmín!
- Ah, hola Genio. ¿Quienes son esos chicos tan guapos?
- Este es Aladino y estos sus amigos.
- Permítame decirle que desprende usted al perfume de mil rosas recién cortadas.
- Uy, lo dudo llamándome Jazmín. Pero me gusta que me halaguen, sigue, sigue.
- Me gustaría que el rocío de la noche tocara nuestros rostros ¿damos un paseo por este marco marítimo incomparable?
- Vale, aunque que sepas que aquí no hay mar, esto es un lago.
Después de un largo paseo de 200 metros, acabaron donde tenían que acabar..... en un bar tomando una copa para charlar y conocerse mejor. A esta improvisada cita le sucedieron muchas otras y entre cita y cita (y tiro porque me toca) surgió un amor tan sólo comparable al que siente un neumático por la máquina de aire a presión. Todo parecía ir bien en la feliz pareja pero un día....
- Eh, Genio, ¿adonde vas con las maletas?
- Lo siento, mi empresa ha recibido otra llamada y me tengo que ir.
- Que lástima ahora que me estaba acostumbrando a vivir contigo, te voy a echar de menos.
- Como que ya no tendrás a quien te friegue los platos, pero no me vas a dejar de ver tan pronto porque el que llamó fue tu tío. Además el primer encargo que tengo es presentarle a Jazmín.
- ¿Mi tío? Maldita rata envidiosa, seguro que encontró la lámpara. Siempre me anda revolviendo en mis cosas y cogiendo todo a lo que tengo aprecio, de niño me robaba hasta las canicas. Oye, Genio, amigo, ¿tú no le presentarás a Jazmín?
- No puedo, las órdenes son las órdenes. ¿Que pasa tienes miedo de que te la quite?
- Que va, si ese utiliza Viagra. Pero me preocupa que le diga que en realidad el negocio de iluminación del que soy socio con él no da mucho dinero.
- Lo siento. Adiós.
Y así sucedió. El tío ansioso de quitarse encima a Aladino le dijo la verdad adornada con mentiras a Jazmín. Tras lo cual ella decidió que era mejor dejarse secuestrar por la cartera del tío de Aladino que por el chico simpático sin posición social que no podía llevarla a las fiestas que ella quería ir.
Aladino, desesperado, vagabundeaba cerca de los restaurantes adonde solían ir. Estaba tan triste y daba tanta pena que uno de sus amigos decidió ponerse el capuchón que solía utilizar en la procesión de Semana Santa y forzar la cerradura del piso del tío de Aladino. Una vez allí buscó la famosa lámpara, se la robó y se la entregó posteriormente a Aladino.
- Toma, Aladino, y la próxima vez apunta el número de teléfono en el móvil.
- Vale, vale, muchas gracias, voy a llamar ahora mismo.
- ¡Genio!, que gusto verte ¿que tal te fue con mi tío?.
- Pufff, menos mal que llamaste, el muy guarro me hacía lavar sus calzoncillos resesos.
- Ahora me ayudarás a recuperar a Jazmín ¿verdad?
- Ya me he anticipado, le he contado que tu tío utilizaba Viagra caducada, y que la última vez que se lavó Mozart tenía pañales. Así que la tienes en la puerta esperándote.
- ¡Jazmín!
- Aladino, perdóname por ser tan orgullosa, no me importa que tengas una tienda pequeña. Además mi padre el majara falleció de una descomposición y ahora he heredado todo que, a pesar de lo que me lleva Hacienda, es un dineral. Además he chantajeado a tu tío y ha puesto todo el negocio a tu nombre.
- Ahora ya no nos separaremos nunca. Seremos como Pin y Pon.
Y así fue, fueron felices y comieron lo que les dio la gana porque tenían mucho dinero.
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EL SOLDADITO DE PLOMO
- Cuidado, cuidado, que ahí viene el soldadito plomo. Yo me piro no vaya a ser que me empiece a dar la tabarra otra vez con sus batallitas.
- Hola, chicos, que tal. No te vayas, hombre, que te invito a una pinta de cerveza.
- Mmmm ¿una pinta? Bueno, si te pones así.
- Yo no sé vosotros, pero yo ya empiezo a estar un poco harto de estar parado. Si no fuera por esta cojera que arrastro desde que me hirieron en Afganistán, me encantaría volver a estar en activo.
- Si, la verdad es que es una lástima que no puedas incorporarte y marcharte de una puñetera vez. No pongas esa cara, lo digo porque es lo que más quieres ¿no? (como si yo no supiera que tu cojera es producto de saltar borracho un muro)
- Si, lo que más me gusta es ser militar y... la bailarina, por ella recorrería el mundo en un barco de papel.
- ¿La del streap-tease?
- Si ¿porqué?
- Nada, nada, si está bien, tiene más melones que la frutera.
- Ah, si no fuera por el capullo del chulo ese.
- ¿Cual? ¿El que te tiró por la ventana?
- Si, esa asquerosa rata todavía no sabe con quien se metió. ¿Donde se cree que va con esas orejas de duende? ¿A impedirme a mi algo? No hay candados, ni cerrojo que atranque un amor puro como el nuestro.
- ¿Que no hay cerrojos? Que se lo pregunten a los de la edad media con el cinturón de castidad.
- No hay problema, soy un soldado del amor como decía Marta Sánchez.
- Ya, ya. Tú lo que eres es un cojo, enamorado de quien no debe. Déjalo antes de que acabes quemado. Venga, dejas la casaca roja en la tintorería de Cenicienta y no vamos a comer un pescado buenísimo que sirven en el restaurante "Los tres ositos". Vamos olvídate de ella, que con esos melones hay muchísimas.
- No hables así de mi dama. Es tan buena que a su paso florecen las plantas marchitas.
- Crecer, crecerán otras cosas.
- Oye, eso no te lo permito. Si tuviera mi sable aquí te ensartaría ahora mismo.
- Venga ya, que no es tan delicada, ni que fuera de papel. Por favor, si trabaja en un streaptease.
- Marcho. No te aguanto. Tienes un corazón de plomo.
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CENICIENTA
- Buenos días. Bienvenida a "Cenicienta, limpieza de una pieza". ¿Que deseaba?
- Hola, quería dejarle a limpiar este traje ¿cuanto cuesta?
- 20 €
- Caray, que cara, lo siento pero me voy a la competencia "Las hermanastras" que por 18 € me lo limpian. Adiós.
- Ves, madrina, que te dije yo. Estas puñeteras hermanastras hacen competencia desleal. Como se nota que ellas no son autónomas como yo. Claro, pertenecen a una multinacional y ponen los precios que les da la gana.
- ¡Cuidado!, que quemas el pantalón. Serás ceniza.
- Y gafe, por eso me llamáis la cenicienta y así me va el negocio.
- Tú lo que necesitas es irte a una buena fiesta y evadirte del trabajo. Así que el sábado nos vamos a colar en una fiesta de la jet-set
- Pero ¡tú estás loca! ¿Y si nos pillan? Además, ¿que vestido voy a llevar?
- Que va, que va, si esos no se enteran, y si sospechan no preguntan por miedo a quedar mal y no conocer a fulanita. Por el vestido no te preocupes alquilamos uno y punto.
- Uno, no. Alquilaremos dos uno para ti y otro para mí, je, je, je.
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Llegó el sábado y fueron a la fiesta.
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- Hola guapa, ¿bailas?
- Bueno, más bien muevo los pies, pero si insistes.
- Oye, pues no la haces tan mal. ¿Te tomas una copita?
- Vale, pero solo una eh, que a las doce me tengo que ir.
- ¿Y eso?
- Es que soy la encargada de un establecimiento de puesta a punto de vestimenta y mañana tengo un encargo muy importante que debo solventar.
- Vaya, que casualidad, pues yo soy modisto. Me tienes que dar una tarjeta y te llamo para hacer negocios. Bueno, y para quedar a tomar algo, porque la verdad es que me tienes embelesado.
- Uy, que me voy a poner colorada. Me voy a junto mi amiga y vuelvo ¿vale?
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- Uff, puñetera, que bien has ligado.
- ¿Yo? ¿Con el modisto?
- Pero ¿no sabes quién es? Está forrado, factura más que Amancio Ortega, si hasta le llaman "el príncipe de las telas
- Ah, pues no lo sabía, lo único que sé es que está bien bueno.
- Pues a que esperas ¡a por él!
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- Hola, ya estoy aquí de nuevo.
- Hola, guapa, mi reloj quemaba los minutos como horas esperándote ¿Te apetece un poquito de cava?
- Cava, si, cavar no.
- Ja, ja, ja, además de guapa, con sentido del humor. Creo que me estoy enamorando de ti.
- ¿Pero que haces?
- Voy a tomarme este espumeante brebaje en tu zapato.
- Uy, pero si con el sudor seguro que huele mal.
- Me es igual, seguro que el líquido vertido en tu zapato sabe a néctar divino.
- Uuuy, lo que me ha dichooo. Venga sólo un traguito, eh
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- ¡Madrrrina, madrrrinaaa!
- Uf, Cenicienta, como vienes, se te traba la lengua más un tartamudo cantando el Only You
- Si sólo he tomado diez copitas de cava ¡hics!
- Hala, hala, pillemos un taxi y para casa que aún es medianoche y tu ya estás para el arrastre. ¿Y tú zapato?
- Psss, yo que sé, lo habré perdido por ahí.
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Pasaron dos días (el primer día lo pasó de resaca en cama) y el príncipe buscó por todos los talleres de alta costura y no encontraba a Cenicienta. Harto ya de buscar puso un anuncio en la prensa que decía: "Se busca pie (y cuerpo) de hermosa dama para rellenar el zapato que dejó vacío mi corazón". Multitud de pretendientas contestaron el anuncio pero ninguna era Cenicienta. Y así pasó el tiempo, hasta que un día....
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- Buenas, vengo a recoger un traje que dejó un amigo mío antesdeayer.
- Me enseña el ticket, por favor. Vale, ahora mismo le atienden ¡Cenicienta! El traje del ticket número 135
- Si, voy, voy.
- ... ¿Tú? Te llevo buscando una eternidad, más de un mes.
- Oh, no , el príncipe de las telas ¡y yo con estos pelos!
- No me importa tu desaliñado aunque atractivo aspecto, ¿no ves que estoy loco por tí?. Vente conmigo y montaremos un franquicia de tintorerías. ¿Quieres?
- Si, quiero.
Etiquetas: CUENTOS
PINOCHO
- Don Geppeto, ya he terminado "el trabajito"
- Bien, Pinoccio, bien. ¿Has tenido algún problema?
- Nada que una cabeza de caballo en una cama no pudiera solucionar.
- Si es lo que digo yo siempre, hay que tener cabeza, sino ... la pierdes.
- Con razón le llaman "el carpintero" porque a quien no se pone de acuerdo con usted, lo clava.
- Uy, veo que estás un poco congestionado, toma un sorbito de licor "El barniz, el mejor para tu nariz" y continúa con el informe.
- Ok, sigo, respecto a aquellos desalmados que vendían droga en los barrios del sur de la ciudad ya están durmiendo con los peces y hemos ocupado su puesto.
- Por fin ¿a quien te llevaste contigo?
- A Pepito "El grillo". Si no es por él casi me liquidan dos tipos el otro día cuando me dirigía al bar La Escuela, me interceptaron y si no fuera porque estuvo atento cuajjjjj, me astillan. Es como mi conciencia, tan silencioso como una tumba vacía, a veces no me entero de que lo tengo ahí.
- Eso tenías que olértelo, en este negocio no se puede tener una nariz de madera. Hay que estar muy atento sino cualquier día te dan el palo.
- Bueno, jefe, a usted también le pasó. Recuerda cuando le tuve que rescatar de "La Ballena"
- Vale, vale, reconozco que estaba loco por esa gordita. Aún no sé como supiste que trabajaba para los Fratelli.
- Porque abrió mucho la boca y cuando se supo descubierta marchó echando humo por la cabeza. Parecía una olla exprés con la garantía caducada. Para que vea, listo que es uno.
- Venga, venga, no mientas que te va a crecer la nariz (que bastante grande la tienes, por cierto) y la voy a utilizar como tendedero. Sabes que fue gracias Pepito "El Grillo" que ese es como una mosca cojonera o el cobrador del frac, no hay manera de quitárselo de encima.
- Oiga, que yo también tuve algo que ver, sino fuera porque yo la descubrí Pepito no podía hacer el trabajo sucio. Sabe que soy el encargado de que todo parezca limpio, a veces incluso me entra complejo de detergente.
- Ya lo sé hombre, no te celes. Sabes que te quiero como a un hijo y algún día todo el negocio familiar pasará a tu nombre.
- Gracias, padrino.
Etiquetas: CUENTOS
LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Érase una vez en un bar de un pueblo de veraneo de cuyo nombre no consigo acordarme (mmm ¿efecto del alcohol? ¿tomaría demasiados cubatas?):
- Eh, tú, no me eches el humo a la cara que me molesta.
- Huy, pero ¿llega el humo ahí abajo?. Seguro que cuando te llega crees que es niebla, eh pequeñita. Imagínate que estás en Londres y punto.
- Serás gilipollas. Ahora sé porque te llaman "la cigarra", te pasas todo el día pitillo va, pitillo viene. ¿Tú no lees las cajetillas de tabaco? Fumar mata.
- Ya y también pone "fumar provoca impotencia" y tu padre fuma como un Gremlin y te tuvo a ti. Aunque, ahora que lo pienso, quizás por eso te quedaste así de bajita, eh, hormiguita
- Vaya, habló Tachenko. Anda, quítate el dedo de la nariz, lárgate por ahí y déjame trabajar tranquila. Das más la tabarra que una mosca zumbona con nocturnidad y alevosía.
- Si, si, ya me voy; pero a una fiesta que hoy actúa DJ Tun Tun y el DJ Fli Pao que presentan su nuevo CD de mezclas “Tengo cascos, no sé tocar un instrumento pero molo mogollón”
- Así te va, flipada, te gastas todo el dinero que te dan tus padres en fiestecitas y de botellón. Consigue un trabajo y deja de gorronear, que trabajas menos que la bella durmiente. Ya sé que Alaska cantaba lo de “bailando, me paso el día bailando..” pero ella también trabaja, se gana la vida cantando y no dando el cante como tú que te huele más el sobaco que el de Papa Noel después de hacer footing.
- Bah, bah, ya sabes aquello de “vive de tus padres, hasta que puedas vivir de tus hijos”
- Pues como tus hijos salgan como tú, vas a vivir en una casa hecha de cartones de bingo y de vino Don Simón. Yo por lo menos trabajo y aunque salga menos que tú en verano en invierno tengo pasta para pasarlo lo bien que quiera.
- ¿Que hay de malo en vivir en una casa de cartón?, es reciclable. Mira, me largo, tú sigue lavando vasos.
Pasó el verano y llegó el crudo invierno
- Hormiguita, hormiguita, ¿me prestas dinero?
- Pues sí que empezamos bien, primero me insultas y luego me pides dinero. Dos cagadas en una misma frase.
- Venga, no seas mala, enróllate, necesito la pasta porque me persiguen dos sicarios por no pagarle a quien tú sabes.
- ¿Y a mi qué? ¿No te pasaste el verano de juerga sin pegar golpe? Pues vete a pedirle al DJ Fli Pao el dinero, o sino pídeselo a un crediágil de esos que anuncian en la tele a la hora en que hay más parados viéndola. Además, aún me debes tres cubatas que te marchaste sin pagar la última vez.
- Mierda, aún te acuerdas.
- Pues si. Hala, vete a cantar a la puerta de la iglesia o a algún bar, a ver si sacas algo de dinero.
Etiquetas: CUENTOS
HANSEL Y GRETEL
- Guau, Gretel, Amsterdam es una pasada. Ya te había dicho yo que la idea de coger el interrail era fantástica.
- La verdad es que es genial. Mira, mira, que te parece si entramos ahí.
-Déjame ver que pone el letrero. "La Casita de Chocolate". Mmmm, sugerente, vale, vale; sacúdete las migas del bocata de chorizo y entramos.
- Uff, cuanto humo, parece un concierto de Iron Maiden. Voy a llamar.
- Buenas noches, ¿no venís a pedirme dinero, que me cambie de compañía de movil o a ofrecerme tarjetas de crédito? ¿verdad? ¿Que queríais?
- Buenas noches, amable señora. Pueees, ejem, ya sabe, veníamos por ese chocolate que vende usted que huele tan bien.
- Ah, vale, pasad por aquí y lo probáis. Tomad, tomad. ¿Está rico?
- Increíble, sienta de maravilla, esto ni Arguiñano ¿verdad Hansel?
- Ya te digo, me siento transportado al otro mundo. Me siento tan bien que me gustaría comprarme una furgoneta, pintarla de colorines y recorrerme en mundo sin trabajar. ¿Nos pone más?
- Claro, claro.
- Estupendo. ¿Cuanto es?
- 2000 €
- ¿Qué? ¿Cómo?
- Lo que habéis oído.
- Vieja bruja. Estafadora. ¿Pero quién se cree que somos? ¿Dos niños perdidos en el bosque?
- Mira, niñatos, esto es lo que hay. ¿Tenéis el dinero o no?
- Pues no.
- ¿Ah, no? Pues tú, te llamas Gretel ¿no? Quedarás a limpiar el local hasta que paguéis lo debido y por si acaso voy a encerrar a tu amigo Hansel en este cuarto a hacer paquetitos para mandar mi mercancía por el resto de Europa. Si intentas escapar aviso al ogro del portero que le triture todos los huesos a tu amiguito hasta que parezcan los de un pollo.
- Conseguiremos librarnos de ti, maldita bruja.
- Menos cuento, toma la escoba, calla y empieza a barrer. Ah, y no se te ocurra molestar a los clientes.
Así pasaron los días, queridos amiguitos, Gretel convertida en una esclava del siglo XXI y Hansel haciendo de aprendiz de camello.
- Oye, Hansel, estás más gordo que el cerdito con los ahorros de la hija de Bill Gates . Como sigas así no vas a caber por la puerta del cuartucho.
- Que quieres, Gretel, estoy en esta jaula todo el día y casi no me muevo. Además no soy capaz de ponerme a dieta, lo único que me da de comer son alimentos hipercalóricos. Yo creo que me está preparando para que me trague el chocolate y poder colarlo así en las fronteras.
- Tranquilo, tengo un plan para sacarnos de aquí y que esta bruja acabe en la caldero.
- Eso, eso, que acabe en "El Horno", que es como le llaman a la cárcel aquí. Explícame el plan.
- Te cuento. Yendo a por Lejía El Payo ("acaba con la suciedad como un rayo") he conocido a un policía que me dijo que tienen abierta la operación "Hermanos Grimm" y que mañana la enchironan.
- Perfecto, tú de momento vete mangándole la pasta que puedas, que esa va de lista pero no ve tres en un burro.
- Casi, casi, cuando va colocada creo que ve una cabalgata entera. Pero ya le llevo robado una buena cantidad. Toma, haz una bolsita de las tuyas y guárdala.
Ninoninoninonino.
- Todo el mundo al suelo esto es una redada.
- Mierda, tenían que venir mañana. ¿Que te pasa Hansel por que tienes esa cara?
- Glubs, creo que me he tragado la bolsita.
Etiquetas: CUENTOS